Habría sabido
jamás imperio en Roma
el placer robado de la griega cereza…
¡Si mis manos de sutil agilidad
respondiesen
tan solo a mis intentos vanos de
de pudor y nobleza
Y no al magnetico aroma de tan
Inocente y suave fruto de labios
y a tan delicados
pechos coronados
con tan joven y rosada belleza…